“A través de los cursos de
Misión Transformadora aprendí a ser preguntona,” resume Fátima Guevara, líder
de la iglesia “La Hermosa” en Estelí.
Detrás de la afirmación anterior, hay una interesante
historia.
Fátima, fisioterapeuta de profesión y líder juvenil, es
amistosa y trabajadora, pero admite que tenía ciertos temores que afectaban su
ministerio. “Por mi personalidad que es
tímida, yo tenía serios problemas para relacionarme con las personas. En mi
grupo juvenil mantenía una relación distante con ellos, solo llegaba, impartía
el mensaje, entonábamos unos cantos, interactuábamos en el momento y luego
‘hasta el otro lunes’. El siguiente lunes se repetía lo mismo. Yo no era
alguien que preguntara a los muchachos cómo estaban o cómo estaba su familia,
para mí eso era como entrometerme en su vida, yo tenía muchos temores, pero al
llegar a los cursos para líderes juveniles, entendí sobre la necesidad de
acercarme a los muchachos, entablar relaciones personalizadas y de buscarlos
durante la semana.”
“En los cursos
entendí que yo tenía pensamientos equivocados, que en realidad, cuando hago
preguntas, las personas sienten que yo me intereso por ellas. Ahora les
pregunto ¿cómo te llamás?, ¿tenés hermanos?, ¿cómo te sentís?, ¿cómo has
estado?,” dice Fátima.
En los Cursos de Centro Nehemías para líderes de jóvenes,
estudiamos que Jesús acostumbraba a hacer preguntas, y en ocasiones hasta hizo preguntas
aparentemente infantiles. Por ejemplo, al ciego Bartimeo le dijo: ¿Qué quieres
que haga por ti? En otra ocasión, a un hombre que llevaba 38 años esperando un
milagro de sanidad preguntó: ¿quieres ser sano? Aún a sus enemigos preguntó:
“¿por qué quieren matarme?”
Pero esas preguntas de Jesús, constituían un rasgo
característico y distintivo de su ministerio. Él concedía a las personas la
oportunidad de expresarse con su propia voz y les brindaba toda su atención. Así
lo vemos en el Camino a Emaús, preguntando a sus confundidos discípulos “¿de
qué van hablando?”, seguidamente lo vemos conceder todo el tiempo necesario
hasta que los caminantes le cuentan toda la historia.
¿Y nosotros? ¿Hacemos preguntas? ¿Se distingue nuestro
ministerio por la habilidad de preguntar antes de hablar o actuar? ¿Qué tan
dispuestos estamos para escuchar esas detalladas historias que otras personas
necesitan decir?
Solo imaginemos lo que podría suceder si en nuestras
comunidades o grupos donde servimos preguntáramos más a menudo “¿qué puedo
hacer por usted?” “¿de qué se está hablando en el pueblo?”, “¿cuáles son sus
inquietudes?” Jesús con su ejemplo, nos da el permiso para hacer esto.
Fátima nos recuerda que un líder cristiano debe ser una
persona preguntona. En estos tiempos de relaciones fugaces, superficiales y
utilitarias, la sociedad está sedienta de atención, de personas que se tomen el
tiempo para escuchar, de gente que muestre el genuino interés de encontrar
respuestas más que de imponer respuestas. Si no es la Iglesia de Jesús, ¿quién
entonces saciará esta sed?
La pregunta más hermosa precede a la respuesta más
hermosa.
E.E.
Cummings.
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